Es sabido que las recompensas positivas en el comportamiento de los niños son fundamentales puesto que ayudan a mejorar su rendimiento y contribuyen a su autoestima. Pero: ¿es necesario el incentivo económico? ¿funciona más que el cariño, las palabras o expresiones de aliento?

Tenemos las motivaciones tangibles (golosinas, dinero, etc.), intangibles (cariño, abrazos, palmadas en el hombro, etc.) y las internas del propio niño. Las últimas generan el sentimiento de logro, de satisfacción personal, y la felicidad con más intensidad, pues son el resultado de haber cumplido con la tarea o alcanzar una meta. ¿Deberíamos combinar estas recompensas para favorecer el crecimiento adecuado, la toma de decisiones y la formación responsable de nuestros niños? ¿Podemos acelerar y mejorar los resultados en la crianza de nuestros hijos con incentivos tangibles? Las recompensas inmediatas como es el dinero, comprar golosinas, juguetes o una salida al cine pueden influir positivamente en el desarrollo cognitivo y afectivo de los pequeños.

Pero ¿hasta qué edad es recomendable? Como respuesta considero que no siempre debe ser un recurso único e inmediato para incentivar el buen comportamiento, pero no hay edad para ello. Muchas veces, como profesora, utilizo recompensas de buen desempeño: ya sean los dulces, estrellas doradas, caras felices o algún juego musical de su elección. Estos incentivos persiguen el objetivo de ser recompensas o premios por hacer bien los deberes, prestar atención en clase, cumplir con las tareas asignadas y estudiar las lecciones.

¿Acaso no son éstas las responsabilidades de nuestros niños?

¿Por qué debemos utilizar los premios para motivar a nuestro niños? La motivación que damos les ayuda a aprender más rápido y con mayor facilidad. Cuando hablo de motivar a través de premio no me refiero a sobornar. Sino de centrarnos en los aspectos positivos para desechar los comportamientos negativos. El incentivo monetario está entre las motivaciones y, respondiendo a la pregunta del comienzo, puede ser utilizada para mantener el impulso y el progreso, quizás en forma diaria, semanal o mensual de acuerdo a la edad de los hijos.

Utilización eficaz de los incentivos

Lo más importante es el objetivo que quieres lograr a través de estos incentivos. Si deseamos que los niños adquieran un hábito positivo es aconsejable motivarles, pero evitando producir un interés económico, pues el día que el niño no reciba su recompensa, es posible que no continúe con la actividad. Todas nuestras estrategias deben estar centradas en motivar a los niños. Con esto lograremos fomentar la responsabilidad a través del aumento su disposición ante el cumplimiento de sus tareas y quehaceres.

Conclusión

La motivación es el motor que mueve al ser humano, es lo que da la energía necesaria para seguir adelante. Funciona en los niños, adolescentes y adultos. Es un necesidad que todos tenemos y si sabemos satisfacerla, criaremos mejores niños. Es por esto que nunca está de más una palmada en la espalda, una sonrisa, un abrazo, un te quiero o pequeño incentivo monetario.